Tuesday, September 09, 2008

LOS TEXTOS ESCOLARES DE MERCEDES CABANILLAS

Luis Bretel

Nunca pensé que la congresista Mercedes Cabanillas pudiera presentar argumentos intelectualmente tan ingenuos (“torpes” sería la palabra adecuada pero no es elegante) al fundamentar sus críticas frente a los textos escolares adquiridos por el Ministerio de Educación. Son argumentos tan absurdos que, en algún momento, me hicieron malpensar acerca de posibles oscuros motivos que la congresista estaría tratando de disimular tras una argumentación tan infantil: ¿Será que el Apra no encuentra otra manera de deshacerse del viceministro Vexler o del Ministro Chang? ¿Será que alguna editorial competidora está usando a la congresista para desprestigiar y deshacerse de Editorial Norma?

Honestamente, prefiero no seguir malpensando y, más bien, discutir lo que hay de fondo en las mediáticas críticas de la congresista. No creo que valga la pena discutir si la famosa actividad de aprendizaje, que pretendía generar el debate y la reflexión ético política de los estudiantes de 5º de secundaria, es o no una velada “apología del terrorismo”. Hacerlo no sólo sería entrar en un debate inútil, sino que supondría asumir que, en un país democrático y, supuestamente, respetuoso de los derechos humanos, es posible la existencia de un delito de opinión y pensamiento. Sabemos que la dictadura de Fujimori inventó el delito de “apología del terrorismo”, la pregunta es ¿podemos seguir aceptando la validez jurídica, ética y política de semejante engendro jurídico, dictatorial y totalitario?

Pero, dejando de lado ese aspecto del argumento esgrimido por la congresista, es legítimo discutir sobre los otros supuestos planteados en su argumentación, a saber: Los textos escolares son necesarios y útiles; el Ministerio de Educación tiene el deber de determinar no sólo qué información debe llegar a los estudiantes peruanos, sino también el enfoque desde el que ésta debe ser presentada; el Ministerio de Educación y el Congreso de la República tienen derecho a erigirse como los censores de la verdad y a juzgar desde sus poderes superiores si la información que transmiten los textos escolares se ajusta a la verdad y a los sagrados intereses de la nación que ellos encarnan; el desarrollo de la conciencia reflexiva y crítica de los estudiantes peruanos debe subordinarse, en nombre de su formación, al aprendizaje de una información determinada verdadera por los censores oficiales y una sola perspectiva de lo verdadero, la que los mismos censores determinen; la educación consiste en transmitir información y la tarea del Ministerio de Educación es asegurar que dicha información sea verdadera y se transmita con fidelidad y en el enfoque determinado por el Estado a cada niño y joven.

A mi parecer los verdaderos absurdos de la argumentación de la congresista Cabanillas están por allí:

  • Es absurdo seguir creyendo y afirmando que la Educación y, por tanto, la misión de la escuela consisten en transmitir información y que ésta debe llegar a los estudiantes solo a través de los textos escolares. Señora Cabanillas, vivimos en un mundo hiperinformado y ello implica que si algo superabunda es información. Y, por tanto, una de las tareas fundamentales de la escuela y la educación, hoy en día, es lograr que los niños y jóvenes aprendan a moverse en ese medio hipertrofiado de información. Lo que necesitan los ciudadanos del siglo 21 de la escuela no es que les proporcione información, sino que les ayude a desarrollar las habilidades para seleccionar, comprender, analizar, discriminar, evaluar y juzgar la información que está al alcance de la mano.

  • Es absurdo seguir creyendo que vale las pena invertir en textos escolares que presentan una sola y única información igual para todos, en lugar de hacerlo en bibliotecas que presenten multiplicidad de enfoques, de perspectivas y de aproximaciones a la verdad, o, lo que es lo mismo, en computadoras conectadas a Internet. ¿Cómo justificar, en pleno siglo XXI, que es preferible que en un aula de 40 estudiantes hayan 40 textos escolares idénticos, en vez de 40 libros distintos que aborden desde perspectivas y enfoques distintos y con información distinta los mismos temas?

  • Es absurdo seguir pensando que una tarea de la educación, de la escuela y del Ministerio de Educación es traducir el conocimiento científico producido por la humanidad a un lenguaje simple, infantil y monocorde para que los estudiantes la aprendan. ¿No es éste el momento en el que el Ministerio de Educación y la escuela debieran empezar a preocuparse porque los estudiantes aprendan a hacer ciencia y a convertir la información en conocimiento, en lugar de a repetir las verdades oficiales?

  • Es absurdo, en pleno siglo XXI, seguir creyendo que existe una única verdad y que el Ministro de Educación es su sumo sacerdote y, el Congreso de la República, el Consejo de Ancianos que debe velar por su pureza. No señora Cabanillas, la verdad sobre los hechos humanos, sociales e históricos no es una y ni el Congreso de la República, ni el Ministerio de Educación, ni usted pueden decidir cuál es la verdadera interpretación que debe darse a los hechos sociales e históricos.

Finalmente, le rogaría señora Cabanillas, también a todos aquéllos que han dicho algo acerca de este asunto, que dejen de quedarse en la superficie y empiecen a discutir sobre lo que hay de realmente inadecuado e incorrecto en todo ello.

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