Tuesday, December 16, 2008

¿Podremos tener un sistema educativo de calidad?

Luis Bretel
Noviembre 2008
Artículo publicado en la revista “Corresponsables”

En julio de este año el PREAL[1] en su Documento No 41, publicó la traducción al español del producto de la investigación realizada por Michael Barber y Mona Mourshed “¿Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos?

La revisión de este documento deja al lector dos certezas consoladoras: “…que la excelencia en educación es una meta alcanzable y a un costo razonable.” … “…lograr una buena distribución de los resultados del aprendizaje, que además sea equitativa desde el aspecto social, puede abordarse con éxito.”

Entre los descubrimientos que contradicen el sentido común, la investigación demuestra que no existe una correlación directa entre el aumento en la inversión en educación y la mejora en la calidad y los resultados de la misma. Y que la mayor inversión en educación no basta por sí misma ya que la mejora de la calidad depende más de en qué se invierte que de cuánto se invierte.

Para saber por qué algunas escuelas tienen éxito y otras no, los autores estudiaron veinticinco sistemas educativos de todo el mundo, incluidos diez de los sistemas con mejor desempeño, y analizaron qué tienen en común los sistemas con alto desempeño y cuáles son las herramientas que emplean para mejorar los resultados de sus alumnos.

Lo que descubrieron, desde la experiencia de los sistemas educativos exitosos, más allá de las distancias geográficas y culturales entre ellos, es que pueden lograrse en el corto plazo mejoras considerables en los resultados, y que existen factores y prácticas comunes en ellos que de aplicarse universalmente podría alcanzarse gran impacto en la mejora de los sistemas educativos con dificultades, dondequiera que
Estén.

Los tres factores y prácticas comunes que parecen explicar el éxito que dichos sistemas han alcanzado son:

La implementación de estrategias acertadas para atraer y reclutar a las personas más aptas para ejercer la docencia;
El haber logrado desarrollar a dichas personas, hasta convertirlas en educadores eficientes; y
El haberse propuesto garantizar que el sistema brinde la mejor instrucción posible a todos los niños.

Entre las primeras, las estrategias para atraer a los más aptos hacia la docencia, hay lecciones y prácticas realmente valiosas como ofrecer un programa de becas integrales (incluyendo una subvención para vivir y otros gastos personales) sólo a los estudiantes de muy alto rendimiento escolar que deseen estudiar educación en las mejores instituciones del país o del extranjero. O, también, ofrecer contratos temporales y subvenciones especiales a los mejores egresados de algunas carreras universitarias que quieran ejercer la docencia por uno o dos años en una escuela pública. Finalmente, en hacer muy atractivo el salario inicial de inicio a la carrera magisterial, creando una situación atractiva en comparación con las otras carreras, aunque luego no existan grandes diferencias entre un nivel y otro. Luego de lo anterior, que puede hacer atractiva la carrera, asegurar que el acceso a la misma sea posible sólo para los mejores.

En segundo lugar, el esfuerzo fue puesto en lograr que la calidad de las instituciones, los procesos y recursos formativos y especialmente de los formadores de docentes, garantice que quienes llegarán a las escuelas serán docentes de muy alta calidad.

Pero, creo que lo más interesante es la tercera constatación, que los sistemas educativos exitosos son aquellos que se han propuesto la tolerancia cero frente al fracaso escolar. Es decir, aquellos sistemas, escuelas y docentes que no toleran que uno solo de sus estudiantes no alcance el éxito. Esto no sólo implica una alta expectativa puesta en el desempeño de cada niño y adolescente, lo que lo impulsará indudablemente hacia los mejores resultados, sino el compromiso personal del sistema con cada niño. No son sistemas que estén dispuestos a darles la mejor educación sólo a los mejores, sino comprometidos con que todos y cada uno de los estudiantes efectivamente lo logren.

Creo que es tan vital esta última constatación, que me atrevería a pensar que el día en que cada docente, cada escuela y el sistema educativo peruano asuman que su responsabilidad no acaba con una “buena enseñanza”, sino que estén tan comprometidos con el éxito del aprendizaje de cada niño como para hacer todo lo necesario para lograrlo, tendremos un indicador importante que avanzamos hacia tener un sistema educativo exitoso.


[1] Programa de Promoción de la Reforma Educativa en América Latina y el Caribe: http://www.preal.org

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